martes, junio 01, 2004

El amenazado

Es el amor. Tendré que oculatarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como un sueño atroz. La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. ¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erucición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la Biblioteca, las cosas comunes, los hábtos. el joven amor de mi madre, la ombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya le hombre se levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oir tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologias, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
ya los ejercitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal, ella no la ha visto)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una muejr en todo el cuerpo.

Jorge Luis Borges

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