
Resulta que una de las piedritas de arena que hizo explotar en su escape era una y tan solo una de las creaciones terracota de la pequeña planta en el fondo del rio, que por supuesto luego de ser golpeada por un durazno deshidratado sumergido en el agua, no pudo volver a despertarse del todo, estando desde entonces en osilación continua de sueño y realidad, pues comprendió (de la manera celestial de comprender) que tal división entre ambos campos no existe.
El pedasito de 'siendo' con ganas de ser 'no-siendo' que operaba como negativo de la planta primera, se encarga de preguntar lo que era debido: ¿dónde estás?...